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Acupuntura, un cuento chino

Acupuntura, un cuento chino

Leyendo la energía eléctrica

Hubo una vez un tiempo en el que todavía no existían cartografías ni topologías sobre los enclaves de la energía eléctrica en el cuerpo, era un tiempo en el que las coordenadas eran cantadas.

Sí, habéis entendido bien, la acupuntura no se servía de agujas sino de palabras. Cada punto de acupuntura tiene nombre propio, que designa origen, raza, linaje, familia… Hacer acupuntura consistía en componer una partitura específica para cada tratamiento de cada paciente, y esa melodía se recitaba con extremo cuidado y dulzura puesto que era única e irrepetible.

Escuchar con los dedos

Así fue como me enseñaron a mi la acupuntura, en esta forma antigua y secreta, que muy pocos hoy conocen. Sentir un punto de acupuntura significaba escuchar con mis dedos su vibración sana, alterada, o enferma, escuchar cómo respondía su voz a mi voz…

Pero ese tiempo terminó y dio paso a los mapas plagados de puntos en los que se indicaba dónde estaban los vórtices pequeños o inmensos, los cursos por donde la energía discurre, las barreras, los diques o las fuentes de esta… Y comenzó un nuevo tiempo en el que los instrumentos sustituyeron al verbo…

Acupuntura con imanes

Hoy, en la consulta, cuando utilizo acupuntura con agujas o acupuntura con imanes, canto en silencio cada uno de los puntos que conforman el tratamiento. Pero, a veces, la voz toma la palabra para hacer espacio al verbo, entonces se que la acupuntura ya no es solo para el cuerpo, ni para ordenar la energía, entonces se que es acupuntura para el alma.

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