El Intruso o El Corazón Donado
Si hay un libro que “cose” la experiencia del sujeto con una sutura atípica, entrelazando los hilos de la filosofía y de la medicina, es la obra del filósofo Jean-Luc Nancy. El intruso (El intruso. Editorial Amorrortu. 2006.) narra la experiencia autobiográfica de Nancy sobre el trasplante de corazón que le salvó la vida destruyendo su identidad. Para este pensador cuya obra ha estado volcada en la reflexión sobre el cuerpo, la vivencia del trasplante, lleva su cuerpo a unos espacios, a unas sensaciones y a una conciencia, que dan sangre, materia, a las que habían sido, hasta entonces. exclusivamente palabras.
Jean-Luc Nancy aborda desde esta experiencia que, ya desde el comienzo advierte que es incomunicable, temas que despiertan cuestiones filosóficas y médicas, pero también íntimas, intrínsecas. Aborda la pregunta sobre la identidad subjetiva, esa que el corazón intruso desborda,y que cuestiona la noción más tradicional de sujeto; mientras que deja caer del otro lado la realidad biológica que todo trasplante supone para la materia viva, la intrusión del Otro, de Otro (corazón) que sólo es soportable aniquilando el sistema inmunológico del receptor para que no rechace lo que le es ajeno, desagradablemente no propio. El corazón que el sujeto desea para continuar con su vida y que el cuerpo rechaza porque es indudablemente un invasor. La batalla por aniquilar el que soy (sistema inmunológico) para aceptar el que no soy de manera que pueda seguir siendo, existiendo.
El libro plantea también la perspectiva médica, desde la extraordinaria capacidad de la técnica capaz de dar una vida extra, la proeza de una sobrevida al paciente, hasta la extrema agresión casi anti-humana que supone todo el proceso previo, la operación y la lucha por conseguir que el órgano no sea rechazado; la vivencia del sujeto y de su cuerpo de esta cosificación, e institucionalización, la experiencia de ese sujeto que ya ha sido violado, violentado en su unidad y que quedará marcado por una vigilancia y control estrictos.
La muerte ahora sí, no como idea postergable en el horizonte, estará presente en el propio cuerpo, que la ha vivido no solo de forma física, biológica, sino también como realidad durante la operación y como cotidianidad, ya el que el intruso recuerda que el Otro, el que era entero y propio ha muerto; la pregunta entonces es ¿qué o quién sobrevive? A lo que Nancy termina respondiendo “ya no tengo un intruso en mí: yo lo soy”.
El libro también abre el debate biopolítico, cuestiones como la tensión entre comunidad e inmunidad, a todos los niveles público, privado, social, económico.